viernes, 20 de febrero de 2009

Separados y revueltos
Cuando chica rara vez me complicaba la vida pensando en el por qué de las cosas; cuando era chica no cuestionaba las decisiones del destino, sólo las acataba; cuando era chica no mentía, ni lloraba ni reía tanto.
Hoy pienso que el destino es bien maricón, te lo da todo y luego te tira una bomba que te deja sedada de angustias y penas lista y dispuesta a terminar con los problemas. O quizás soy demasiado severa con el destino y debería empezar por asumir mis culpas.
Soy poco constante (en mis actos más que en mis pensamientos) y mentirosa (no con los demás, sino que conmigo lo cual es peor) y rencorosa, pero sobre todo cobarde y he aguantado más de lo que debería por eso mismo.
Y es que retractarse por miedo es peor que asumirse con culpas, como aquella vez que juré nunca más sufrir por las razones que hoy me tienen escribiendo y pensando que la verdad no merecen nada de mi, pero que curiosamente lo tienen todo. Hace meses que ando por las calleas con la cabeza y el pecho más bien vacíos lo cual me tiene sedada de penas y angustias o sea zombi.
Y es que es difícil cuando uno se siente tan cerca de un alguien que no está, cuando entrega oportunidades y te fallan, yo lo se bien porque he pedido muchas segundas oportunidades. Es difícil cuando por coincidencias amargas del destino se parecen tanto a pesar de ser muy diferentes ya que de los dos esperas lo mismo.
Creo que debería dejar todo atrás, y es por eso que me estoy sacando la cresta, probándome a mí que es lo mejor, pero ya estoy chata de los cambios de casa.

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